La iglesia de Santiago está situada en el barrio de Jesús o Aljaranda, al este de Tarifa, flanqueada por la barriada de Antonio Ordóñez y la antigua Residencia de Suboficiales.
En años pasados, ambas edificaciones, tanto la iglesia de Santiago como la Residencia de Suboficiales, estuvieron abandonadas y en estado de ruina.
En la actualidad, la Residencia está reconvertida en hotel con vistas al estrecho de Gibraltar pero la iglesia ve cómo el paso de los años afecta lentamente a su deterioro, sin que su estado cambie. Para su puesta en valor a través de este artículo, vamos a dar un repaso a su historia.
Origen de la iglesia de Santiago
El templo data del siglo XIV y fue construido sobre la mezquita del arrabal de la Aljaranda, cercana a una antigua puerta islámica conocida como el «Postigo de Santiago» por la que dice la historia que entró el ejército cristiano al conquistar Tarifa en 1292.
Desde su fundación fue una de las principales parroquias de Tarifa, hasta que en el siglo XVI pasó a un segundo plano tras las iglesias de San Mateo y de San Francisco, que más tarde recibieron sus objetos de culto, archivos e imaginería. Con un nuevo rol de ermita, la iglesia de Santiago centró su culto en la imagen de Jesús Nazareno, dando nombre al barrio que la rodea.
Su final como templo llegó a principios del siglo XX, cuando el Obispado vendió el edificio para aprovechar los materiales obtenidos de su derribo, lo que supuso el fin al culto entre sus muros y su desmantelamiento como iglesia.
Partes de la iglesia de Santiago en Tarifa
La iglesia de Santiago se compone de varias estructuras bien diferenciadas, destacando la nave y la capilla gótica de la Concepción, que junto a otros restos completan lo que hoy día podemos observar. Estos restos se podrían clasificar de la siguiente manera:
Fachada y espadaña
Son las partes más conocidas, siendo juntas el objetivo de numerosas fotografías de turistas que se sienten atraídos por este monumento abandonado a su suerte. Su fachada es sencilla, destacando el arco de su antigua puerta y la espadaña como elementos más característicos de ella. En la antigüedad ambas partes estuvieron enfoscadas en blanco con una red de cuadros oblicuos, pinturas de las que ya solo quedan ligeros vestigios casi inapreciables.
Nave
Desaparecida casi en su totalidad presenta leves restos de la que fue su decoración. Es una zona a la que se puede acceder sin ningún problema, llena de vegetación y descuidada por completo. Aún quedan lo que serían restos de sus muros por lo que nos podemos hacer una idea de la superficie que ocupó.
Capilla de San Lorente o San Lorenzo
En el pasado esta capilla estaba destinada a usos funerarios aunque en la actualidad no quedan restos que puedan dar a entender su disposición exacta.
Sacristía
Desaparecida a día de hoy, su posición estuvo junto a la muralla medieval de modo que ésta se pudiese aprovechar.
Cabecera
No hay evidencias que demuestren a ciencia cierta la existencia de un altar mayor, pero sí se sabe que su forma era plana para poder aprovechar la muralla.
Capilla gótica de la Concepción
Quizás la zona mejor conservada, levantada posiblemente con carácter funerario y cubierta con bóveda de crucería, añadida al templo en 1523.
Tras siete siglos de vida, la iglesia de Santiago se encuentra en un momento de decadencia que se inició hace más de un siglo, tiempo en el que el Obispado de Cádiz la dejó envejecer y morir a su suerte hasta su cesión al Ayuntamiento de Tarifa en 2015, sin que variara mucho su situación.
Cabe destacar la gran labor de un grupo de tarifeños que movidos por el amor a su tierra y cultura se unieron para, con esfuerzo, al menos mantener limpios de escombros sus alrededores e interior. Ante esto, qué menos que dedicar unos minutos a observarla y ponerla en valor a través de los distintos medios a nuestro alcance.
Quizás el levante traiga muchos granitos de arena que la hagan resurgir siglos después de su nacimiento.
Si quieres saber más sobre la iglesia de Santiago de Tarifa, no te pierdas este enlace.
Gracias por difundir este monumento, tenemos que concienciarnos del valor que tiene.
Su propietario, el ayuntamiento, no puede dejar que se caiga. Es necesario que se restaure y se afiance las zonas en peligro de derrumbe. Cuando se intervenga el monumento se podrán encontrar muchas sorpresas. El nivel del suelo está mucho más abajo y seguro que se puede reconstruir y poner en valor lo que en su día fue el templo que frecuentaron nuestros bisabuelos.