La biodiversidad de las aguas en las que se unen el mar Mediterráneo con el océano Atlántico es sin duda de una gran riqueza. Anteriormente hemos visto al detalle tanto a las distintas especies de delfines como a las de ballenas que las transitan, sin olvidar a otros cetáceos como las orcas y por supuesto a las aves, que se pueden ver con más facilidad.
Tortugas en el estrecho de Gibraltar
Hoy es el turno de un animal que con frecuencia se puede divisar durante las excursiones de avistamiento de cetáceos. Hablamos de la tortuga boba (Caretta caretta), habitante de las aguas del Atlántico que suele vivir entre los 47 y los 67 años, superando los 100 Kg de peso en su etapa adulta.
Es un animal omnívoro, que mantiene una dieta principalmente de invertebrados del medio marino. Cuando son crías son un objetivo fácil para los depredadores, siendo menos vulnerables en edad adulta gracias a su gran tamaño y caparazón.
La vida de la tortuga boba comienza con un primer reto, que es alcanzar el agua desde la playa en la que ha abandonado el cascarón, eso si ha tenido la suerte previa de que ningún otro animal haya usado su huevo para alimentarse.
Durante 20 horas nadará para alejarse de la costa, guiada por el campo magnético de la Tierra gracias a un compuesto de hierro que se alberga en su cerebro. Durante su crecimiento, se alojará en el océano abierto bajo la protección de las algas Sargassum, hasta alcanzar el medio metro de longitud aproximadamente.
Cuando las aguas se enfrían, la tortuga boba comienza la migración hacia aguas más cálidas, nadando a una velocidad de escasos dos kilómetros por hora.
Su primera reproducción se da entre los 17 y los 33 años, siendo las zonas de desove más comunes las playas de Florida en el Atlántico y las de Grecia en el Mediterráneo. Los individuos más jóvenes se quedarán por la zona buscando alimento en el Mar de Alborán y el Adriático, con una época más frecuente de llegada de adultos al Mediterráneo en primavera y verano.
La tortuga boba un animal impresionante, cuando está presente en las aguas del estrecho de Gibraltar se avista sin mucha dificultad gracias a sus colores y tamaño, generando mucha simpatía en quienes la ven, sobre todo entre los más pequeños.
En los últimos años la actividad humana, principalmente en lo relativo a los plásticos y redes, está ocasionando un daño considerable tanto a ellas como a su hábitat. Es tarea de todos hacer que este situación mejore, no lo olvidemos.
Si vienes a Tarifa y tienes la oportunidad de verlas, su belleza te cautivará para siempre.